El Nene se siente mal, y por eso se despierta. Se da cuenta de que esta llorando despacio y muy bajo.Quiere levantar la voz, pero no puede. El dolor en su pancita es muy fuerte, y siente que no puede hacer ningún movimiento. Esta en posiciún fetal, en la cama, todo tapado y transpirando mucho. Se desespera, porque no puede pedir auxilio de ninguna manera. Desde su camita, apenas logra ver parte de la puerta de su piecita, entreabierta. Siente en la boca el gusto salado de sus lágrimas y su transpiración.
De repente nota como el marco de la puerta se ilumina con una luz muy blanca y vacilante. Su corazoncito da un vuelco, está salvado. Esa luz es la linterna que usa Mamá a la noche, siempre, para no despertar a nadie. Unos segundos después aparece su rostro, iluminado apenas con esa luz muy blanca que le da un aspecto raro. Mamá se acerca al Nene, se agacha y le toca la frente, prende la luz y le dice palabras amables mientras le seca un poco la transpiración. Después se levanta y vuelve al ratito con una vaso de agua, al que le pone unas gotitas de un remedio que al Nene no le gusta, porque tiene gusto raro, pero como sabe que le va a hacer bien, lo toma despacito con la ayuda de Mamá. Cuando termina le saca la carita con una toalla y le apoya la cabecita en su falda, y le canta una nana para que se duerma. El Nene se siente mucho mejor. Mamá lo salvo otra vez. Mamá, la que está siempre. Mamá, la que siempre le contesta todas sus preguntas. Mamá, la de los abrazos temblorosos. No sabe porqué, pero en ese momento recuerda que una vez le preguntó a Mamá porqué cuando lo abrazaba temblaba. Mamá se habia reido de su pregunta y le habia dicho que era porque lo queria mucho. Para el Nene no tenia sentido, pero no le importaba, porque le gustaban muchos los abrazos de Mamá. El útlimo pensamiento que tiene antes de volverse a dormir es que no sabe como hizo ella para darse cuenta de que el se sentia mal, si el no podia llamarla ni llorar fuerte. Mañana se lo va a preguntar, se dice, y se duerme.
Casi 40 años después, a la orilla de un rio una tarde tranquila de primavera, el Nene, que ya hace mucho que no es un Nene, recuerda por primera vez esa noche, y se da cuenta de que nunca le hizo esa pregunta. Cuando se da cuenta de que ya no va a poder hacerla, porque Mamá hace rato que ya no está se le llenan los ojos de lágrimas.
En ese momento nota dos pequeños brazos que le rodean la pierna y escucha una vocecita que le dice: "Papá, ¿vamos a las hamacas?"
Se agacha despacio, secándose rápido las lágrimas y abraza muy fuerte a su hija. La niña recibe el abrazo, y cuando su papa la alza y empieza a caminar le pregunta:
"Papá, ¿Porqué siempre que me abrazás temblás?"
Súbitamente los ojos de Papá se empañan un poco, pero suelta una carcajada y le contesta:
"Porque te quiero mucho"