Hacia rato que la luz anaranjada del alumbrado público se había encendido. Llevaba sentado contra ese viejo paredón no menos de dos horas, presenciando en silencio el ocaso, pensando y pensando, como siempre. Definitivamente, el pensaba y luego existía. No siempre le daba resultado, pero era su forma de ser, era inevitable.
Finalmente dio la ultima pitada a su moribundo cigarrillo, que por espacio de solo un segundo se iluminó con mas intensidad, luego, lentamente, apoyó la colilla al lado de su pie derecho y lo pisó, apagándolo. Y mientras exhalaba la ultima bocanada de humo no pudo evitar pensar que, así como había extinguido la mínima brasa con su zapato, al fin había logrado hacer lo mismo con esa relación que tan mal le estaba haciendo, casi tan mal como el cigarrillo. Aunque no hubiera sido tan sencillo. No sentía bronca, rencor, ni enojo. En el fondo la seguia queriendo, pero pensó que eso probablemente no cambiara nunca. Recordaba haber leído en algún lado algo así como que cuando uno queria de verdad siempre era a pesar de todo. Definitivamente era el pensamiento mas acertado que había tenido en toda la tarde. Sonrió con un dejo de amargura.
Por fin estaba en paz. Pensó que si lo había logrado con ella, no había motivo de peso como para que no hiciera lo mismo con ese otro vicio suyo, el humo...Con su nueva meta en mente, se levanto, arrojo el paquete de cigarrillos vacio al cesto y entro por la puerta....
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